La diversificación de proyectos

Después de llevar un tiempo con este proyecto, os podemos asegurar que uno de les ejercicios más importantes que hacemos de manera constante es la revisión tanto a nivel de diseño y planificación, como a nivel más práctico, para saber cómo de lejos y cerca estamos de nuestro objetivo inicial.

Con este ejercicio hemos entendido que los proyectos de una ONG encajan tanto en el ámbito de actuación de la cooperación internacional, como el de la ayuda humanitaria. Y es que no son lo mismo. El primero tiene como base la intervención de dos partes, una local y una extranjera, en la que ambas trabajan conjuntamente para la consecución de un fin social común. La ayuda humanitaria, en cambio, responde a una situación de emergencia, ya sea una catástrofe natural, una guerra o cualquier otro tipo de crisis humanitaria.

Pero el punto fundamental que se deriva aquí es que el proyecto debe adaptarse a la realidad, para que la realidad no se tenga que adaptar al proyecto. En el caso de la cooperación internacional existe el riesgo de caer en la trampa de tener que hacer proyectos continuamente para mantener una ONG en pie, ya sea para justificar las donaciones o por inercia, sin tener en cuenta las necesidades reales y la disposición de la parte local. En otras palabras, si no existe esa necesidad real por parte de la comunidad local, el proyecto está destinado al fracaso. Es por ello que, y como hablamos en otra entrada del blog, es fundamental el análisis de la realidad con los diferentes agentes locales antes de empezar cualquier proyecto.

Porque si la experiencia es la madre de la ciencia, en la cooperación internacional es la de todo proyecto. El conocimiento de la cultura del país, así como los diferentes aciertos y fracasos a lo largo del camino, nos permiten anticiparnos a la hora de detectar posibles inconvenientes o problemas, tanto antes como durante el desarrollo de un proyecto. Pero a su vez, cada comunidad y proyecto son únicos y diferentes, así que no podemos ampararnos sólo en la experiencia.

Es importante que esta reflexión la hagamos mirando hacia dentro pero también hacia afuera, para ver cómo han evolucionado otras ONGs, como es el caso de nuestros amigos de Hugging Nepal. Empezaron en 2015, a raíz del terremoto en Nepal, impulsando proyectos de ayuda humanitaria como la reconstrucción de escuelas, viviendas y proyectos educativos en campos de desplazados. Al conocer de cerca las realidades de los lugares en los que trabajaban, apreciaron otras necesidades y decidieron junto con las comunidades locales empezar otros proyectos en el ámbito educativo. La llegada de la pandemia supuso un giro en sus proyectos, dando respuesta y actuando en función de la necesidad del momento, como la distribución de comida en las calles de Katmandú. Esta situación los llevó a ser mucho más conscientes de otra realidad: la precariedad laboral de cientos de personas que, en consecuencia, no pueden cubrir de una forma digna necesidades básicas como la comida o vivienda. De ahí surgió su proyecto actual: un comedor social.

Es cierto que Nepal depende mucho (y quizás demasiado) de la ayuda externa. Pero si el propósito de cualquier ONG es el de garantizar el bienestar social, y que éste sea sostenible, la diversificación de proyectos es una solución para contrarrestar el riesgo de la especialización.