Vivimos en la sociedad de las oportunidades, y eso, en la mayoría de casos, también incluye la educación; cuya calidad crece a medida que avanzamos.
Sin embargo, Nepal parece no percibir este progreso; el destino de los niños y niñas está marcado tan pronto han emitido el primer llanto, dejando poco —o ningún— margen de maniobra para desajustes. Un niño, si tiene suerte, irá a la escuela hasta que tenga el cuerpo suficientemente desarrollado para trabajar en casa; lo mismo ocurre con las niñas, con el factor adicional de la todavía persistente discriminación y desigualdad, que se hace más evidente cuando empieza a madurar. Poco parece importar el tipo de escuela, en muchos casos deplorable, o la calidad y formación del profesorado, en la mayoría de casos inexistente. ¿Es de verdad Nepal una tierra de oportunidades?
A nuestros ojos es paradójico como entre un techo de chapa, paredes del grosor de una lámina de papel, cuatro palos de bambú y un deteriorado material escolar, 108 niños nos pueden mostrar una sonrisa cada mañana; 108 personitas con hambre de aprender, y sobre todo con ganas de disfrutar. Niños y niñas que, a pesar de las condiciones que el universo injustamente les ha proporcionado, cada día cogen sus pequeñas mochilas y andan una dura cuesta en dirección al futuro.
Encontramos un inmenso foco de esperanza en un pueblo alejado de todo vestigio de sociedad, un lugar cuyo acceso está limitado por interminables travesías a pie; es ahí donde permanece una parte de nuestro corazón, junto a esos destellos de alegría, los cuales ni siquiera imaginan un mundo mejor, más allá del que tienen ante sus ojos.
A día de hoy, nuestros jóvenes estudiantes se encuentran en condiciones altamente mejorables, en una escuela con infinidad de necesidades y, sin embargo, parece que son ellos los que nos enseñan a nosotros cada día. Sin duda es nuestro deber y obligación devolverles el favor.
El gobierno se ha decidido a mejorar esta situación construyendo una pequeña y modesta escuela, edificada por miembros de la comunidad; y nosotros nos hemos decantado por cooperar, nutriendo todas las mentes que la componen. Dicho edificio consta de cuatro aulas lo suficientemente espaciosas para dar cabida a cuatro de las seis clases, dejando dos provisionales para el resto.
Pero lo más importante, que es el foco de Bahadur Social Project, es que, no solo se cumplan unas condiciones mínimas en cuanto a la infraestructura, sino en la calidad del aprendizaje. Desde Bahadur damos extrema importancia a lo que hay dentro de la escuela, porque quién sabe con qué desgracia o catástrofe nos encontraremos el día de mañana, pero si nos encargamos de formar mentes, éstas estarán preparadas para enseñar, cualquiera que sea la batalla que nos toque enfrentar.
Educación para el desarrollo,
Educación para generar oportunidades,
Educación para el futuro